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El milagro del silencio

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Un preludio de alabanza, una plegaria hasta el cielo, una estrella en el sendero y celestiales querubes, acrisolan entre luces el milagro del silencio.   Hay pastores en los campos y en las primicias el Verbo ofrece el fiel testamento de la alianza redentora, con el amor que enarbola la verdad del evangelio.   Buena Nueva en la algazara y espiritual jubileo, consagran el derrotero hacia Belén con la gracia, mientras nace la esperanza en establo nazareno.      

Lleguen mis letras

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Lleguen mis letras a tu remanso y vuele el eco de esta oración, en la plegaria de amor sagrado dando las gracias por tu perdón.   Llegue mi carta, verbo y palabra luz que ha surtido mi devoción, surcan palomas, fuerza y alianza y abren las puertas del corazón.   Lleguen divinas sin entresijos, escucha el trino de adoración en la esperanza de lo genuino ante el pesebre de mi Señor.   Sean cual arca del alma mía  versos que esplenden mi inspiración, lo vehemente que no claudica frente al designio del Creador.        

Desde Belén

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Desde Belén la alborada viste perlas de rocío, en el establo vacío se acicala la posada. Guarda la gruta sagrada la pureza que atesora y en el misterio la aurora se bendice en la esperanza, cual testimonio de alianza siempre fiel y redentora.   Vitorea la grandeza de lo humilde y lo genuino, en el pesebre divino se consagra la pureza. Fidelidad cual riqueza del milagro que perdona, cuando el amor eclosiona vehemente y verdadero floreciendo en el sendero de la paz que no traiciona.        

Protagonista de anhelos

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     Llega el Ángel Navideño en la noche que destella, viene en la luna serena protagonista de anhelos, mientras brillan en el cielo las hespérides de estrellas. Espíritu de alegría de alborozo y regocijo, plena visión de optimismo convergiendo con la brisa en algara de primicias sin falacias ni espejismos.   Desde Belén un sendero con la verdad se ilumina, humildemente y divina bendiciendo el universo con la palabra del Verbo y  la esperanza que inspira.     Dulce legado supremo del amor que sin fronteras, es surtidor de promesas en el sagrado desvelo , protagonista de anhelos en vigilia nazarena.            

Hacedor de los caminos

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Luna azul en blanco cielo surtidora del rocío, bendiciendo el sacrificio en el ínclito universo, del pesebre nazareno y la humildad del recinto. Rosa mística y aroma del más preciado silencio, cual Espíritu sediento es libertad, luz y gloria, mientras la paz salvadora es fortaleza de anhelos. Fría noche que contrasta con el iris del lucero y el divino alumbramiento deja sus huellas marcadas, en la sonrisa preclara del estío navideño. Plena bondad sin fronteras y albricias cual regocijo de esperanzas, desafíos proclamando en cielo y tierra, la palabra verdadera cuando el Verbo hace caminos.

Bendicen la aurora

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Los coros celestes bendicen la aurora, elevan plegarias y ofrendan primicias, en tanto un pesebre de amores y albricias  inspira en la tierra su fe surtidora. Milagro en la noche cual Cenit que adora y alaba el misterio sin sombras ficticias, en tanto razones de fe vitalicias esplenden destellos de luz redentora.  Silencio sagrado de amor sin fronteras, bendito misterio del verbo divino  cual Dios que se entrega leal y genuino. Jesús testimonio de hacer peregrino, pastor que compartes mis largas esperas en duras jornadas y en tiernas quimeras. 

Se regocija la estrella

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En la niebla la esperanza se hace luz entre los montes, se acicalan horizontes con la espiritual alianza. Vibra la eterna confianza en la esencia verdadera, de la Palabra sincera que es amor en el camino, predicando lo divino en invierno y primavera. Es milagro consumado en la sonrisa del niño, que eclosiona en el cariño del espíritu sagrado. Arrebola emocionado el pregón en las alturas, por los prados y llanuras se regocija la estrella, que resplandece y destella en desiertos y espesuras.

En la noche nazarena

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  Esplendente está la noche  toda de blanco nos llega,  con la mirada serena  y el crepúsculo celeste.  Tan radiante entre la nieve  se acrisola la esperanza,  con el verbo y la palabra  que hacen claras las mañanas,  sin rencores ni reproches  bendiciendo amaneceres.  Brilla el cielo especialmente  cuando la luna se asoma,  toda cubierta de gloria  por el cendal de la estrella.  Resplandeciente y traviesa  peregrina y sibilina,  sabe de amor y vigilias  de la bondad desmedida,  con el perdonar paciente  y la palabra certera.  La primicia verdadera  clama cual Sol de justicia,  a la sagrada noticia  que del pesebre nos llega.  Dilecta, diáfana y bella  entre arcángeles divinos, ungiendo al recién nacido  gozosa y con regocijo,  llega esplendente la estrella  en la noche nazarena.

Supremo es el amor

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Genuina es la bondad sin condiciones, misterio sostenido que da aliento y el ánimo vital del pensamiento  asiste con piedad mis oraciones. Supremo es el amor en sus misiones y el gozo espiritual en la añoranza, si el Cénit que se irisa de esperanza cual verbo del perdón nos reconcilia y en horas quebrantadas de vigilia renueva el mandamiento de su alianza. No hay dudas de la fe que no claudica  auténtica y venciendo los temores, vislumbra superando los rencores tan sabia en la humildad que multiplica. Defiende la razón que dignifica el soplo del espíritu en Adviento, la espera del sublime advenimiento bendice en el silencio consagrado, el vientre virginal cuyo legado es obra del más puro testamento.

Doy gracias

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Doy gracias Doy gracias al amor al más eterno  sublime emprendedor de lo supremo, al ínclito dolor, al tierno anhelo al gozo, la oración y a los desvelos. Doy gracias al trinar de la alegría, al eco espiritual de sus albricias, al alba eclosionando maravillas  y al vuelo de la ilusa golondrina.  Doy gracias al perdón, al pensamiento, al vasto discernir, a los recuerdos, al tedio del ocaso y del invierno que juntos atesoran los renuevos. Doy gracias al derecho de la  vida, al verbo que se crece en la justicia, al bello amanecer en la vigilia del álveo sortilegio que lo inspira. Doy gracias al cansancio, al silencio, al grito infatigable, la sonrisa, al sano regocijo, fiel ejemplo leal en el hacer que no claudica. 

Junto al adagio

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Pasa ligera fiel golondrina, vuelan livianas las hojas secas mientras cual perla brilla el rocío y junto al viento deja sus huellas. Soplan nostalgias las peregrinas, cubren alfombras de ilusas sendas mientras el eco de algún suspiro es cual adagio del mar que anhela. Azar de espuma, blancas acequias, olas del alma que a la deriva golpean sueños, rostros e idilios entre mil notas de osadas letras. Y se cuestiona el alma bohemia que en su arrebato de amor inspira este horizonte de impronta y trino fluyendo en versos con vehemencia. 

Sería

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Sería tal suceso extraordinario que el cielo escribiría el regocijo, no importa si en el gris del acertijo se escape algún sollozo involuntario. Sería como un sueño visionario abierto a la emoción sin escondrijo, tan fiel a su verdad sin entresijo, confeso en el umbral sin adversario. Sería más que un tierno sacrificio el aura de ese amor que no profana  y expresa su grandeza sin censura. Hermosa la más pura filigrana que impetra vehemente y sin prejuicio la ilusa inspiración desde su albura.

Quiso

Quiso besar la cruz, quiso adorarla, enmudecer de amor y regocijo, quiso afirmar su historia al sacrificio dejando en el hacer su filigrana. Para vivir la fe sin arrogancia predica la humildad sin egoísmos, ha de esperar el alba del bautismo cual sabio sacramento de su alianza. Atesorar el sol cual almenara de luces en osado sortilegio, y contemplar del alma su renuevo para absterger senderos de nostalgias.  Pudo alcanzar del arpa su tonada, ilusa y melodiosa en sus arpegios de afines serenatas entre versos,  acordes de quimeras y alabanzas. Fúlgido azar de auroras y hojarascas quiso exornar su perla opalescente y el nácar diamantino en los cipreses pudo prender mirífica alborada. Quiso inspirar anhelos, esperanzas,  idílica obsesión de amaneceres tan claros, cristalinos e indelebles obrando en el milagro su algarada.

Y pasa un ángel

Y pasa un ángel, deja su estela en la vigilia de esta obsesión, no es la utopía de una quimera ni la mentira de un falso amor. Es el que abraza sin más fronteras,  ángel genuino que cobijó el horizonte de aquella estrella, ese que besa mi corazón. Busca en el limbo su eterna fuerza y el fiel oasis de salvación, mientras congenian la primavera y el nigromante de su ilusión.     Surca en mi espacio la azul promesa mientras fluyendo cual surtidor, pasa el anhelo, deja su huella en tanto un ángel su luz me dio. Llega en el cénit de mi desvelo su filigrana perlas tejió, mientras las ansias de un sortilegio buscan respuestas a mi oración. Y entonces pasa el iluso dueño el que atesora en su resplandor, lo más sagrado de este silencio junto a la aurora del Dios Amor.

Aún

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Aún en el ocaso de las horas el lecho del crepúsculo florece, se impone el frenesí precisamente de anhelos bendiciendo las memorias. No importa si es la luna la embustera, no importa el escudero de mi suerte, si siento en este amor desvanecerse  el ciclo desvelado de las sombras. Aún en lo difuso de la impronta el eco de la musa no fenece, se impone con su magia intensamente afín con la armonía tentadora. No importa si  es intensa o lastimera, no importa si en su arpegio vehemente tropiezan la utopía y lo rebelde e ilusas confabulan sus auroras.

Son musas

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Son musas del torrente matutino ilusas y otoñales de la aurora, que invaden las nostalgias seductoras dejando en mi ventana su albedrío. Sorprenden el mirífico delirio del húmedo remanso opalescente e inspiran tantos sueños vehementes  infusas mensajeras del exilio.  Lacera estrepitoso en el abismo el húmedo mensaje de unos ojos, que escrutan el ocaso silencioso en medio de horizontes confundidos. Impone la añoranza cual castigo el numen que transpira desde el alma, en tanto se atropellan en cascadas memorias de sublimes laberintos.  Son perlas del epígono acertijo testigos del romántico que adora, el tierno florilegio de las horas versando en los oasis clandestinos. Arrullo del requiebro peregrino que incita la algazara confidente, no importa si en desiertos o en vergeles regala el pentagrama del lirismo.

Del llanto

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Del llanto en la utopía del otoño se escriben testimonios de añoranzas y acequias en torrentes de palabras expresan la nostalgia tentadora, cargada de ansiedades entre escombros que escrutan el gemido de las sombras. Es cierto que despiertan las alondras y el arpa misteriosa en su revuelo se surte del rocío placentero, y espera del romántico acertijo la osada inspiración que se atesora salvando lo ingenioso y lo genuino. De lágrimas se antojan laberintos de penas compartidas sin fronteras y aún en la alborada una quimera sorprende con su fe conciliadora, fluyendo en el azarbe de lirismo la grácil libertad que no traiciona. Del llanto la verdad viste su esencia, libera en el oasis la esperanza y atisba en el crisol de la distancia el diáfano albedrío de la aurora, que invita al rosicler de primavera aún en el ocaso de las horas.

En busca del verso

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Va en busca del aroma de los mares sedienta del carisma caribeño quizás entre las nubes de recuerdos encuentre su razón más delirante . Va en busca de pretéritos errantes si irrumpe en la verdad de la quimera,  la musa de la prosa que regresa e invade los desvelos sofocantes. Va en versos la crueldad de un abandono que impetra su lirismo vehemente y el brío desvelado entre torrentes de anhelos inspirando los antojos. Va en versos el silencio doloroso, y el triste sacrificio de un ropaje disfraza la agonía insuperable del llanto en la utopía del otoño.

Lanzamos la esperanza

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Oculto siempre ha estado en tu mirada el gozo peregrino de un anhelo, intento descubrirlo en mi desvelo en tanto me regalas la alborada. Pasión y desatino en la velada de cómplices susurros en revuelo, lanzamos la esperanza al mismo cielo fluyendo desde el alma ilusionada. Yo sé que en el suspiro confidente tú entregas el oasis cual remanso testigo del edén que no esclaviza. Tan libre en al azar y en el descanso la brisa de la aurora sorprendente nos llega en su algazara antojadiza.

En este adagio

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Como en las serenatas nocturnales me entrego a la ambrosía del rocío, intento desprenderme del hastío  y atarme a mis recuerdos ancestrales. Cincelo en mis plegarias celestiales el ánimo del gozo y del estío, la huella sanadora en el vacío que guardan las memorias tropicales. Y el canto embelesado del suspiro y el eco matinal de la esperanza son fuentes del espíritu genuino. Si acaso se atesora la añoranza y vuela algún quebranto en su retiro: me aferro en este adagio a lo divino.

Que no te has ido

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Quiero decirte que no te has ido porque presiento tu dulce calma si abrazo el cielo con mi suspiro. Soplo de vida que inspira el alma junto a las hojas de azules sueños visten alfombras de luz y plata. Dejan sus huellas fúlgido empeño si perseveran los desafíos y no claudican fieles anhelos. Sé que hay instantes más que sombríos pero florecen en las veredas tiernos remansos sin laberintos. No se entristecen las rosaledas  y aunque en los valles llore el hastío su filigrana de amor nos deja. Cuando en su holganza  el sutil rocío con  prodigiosas perlas se hilvana: siento en mi espacio que no te has ido.

Más que un alma

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El fruto que en tus manos deposito es fúlgido, brillante en su ternura, no es sólo la poética aventura sedeña en un osado manuscrito. Sé bien que el sentimiento es inaudito  si alcanza la ambrosía de su holgura, conspira el universo cuando augura ilusa la esperanza al infinito. Te entrego más que un alma opalescente que irisa lo esencial sin espejismos de sombras, de falacias ni rencores. Confío en la palabra vehemente leal en la verdad sin egoísmos, dadora espiritual de sus valores.

Fantasías y ensueños

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 Hojarasca de infusas emociones al viento precipitan suspiros en holganza de seda, cual alfombra dorada de la musa que hospeda cada instante sublime del adagio sediento. Misteriosa la tarde que convida al intento fiel testigo que alcorza la admirada alameda, mientras caen las hojas en cetrina vereda fluyen nimbos de plata por azul firmamento. Purifica el vacío del cansancio confuso y admirando el arpegio del trinar que murmura se refugian azares de miríficos sueños. Ameniza melosa la sutil conjetura en la noche esperada cual oasis iluso de traslúcida luna, fantasías y ensueños.

El hechizo de un anhelo

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Caramelitos de luna, confituras de luceros, azules las estrellitas en el convite bohemio. Alocadas las brujitas con duendes cascabeleros improvisan entre risas  armonizando el festejo,  mientras luces oportunas acrisolan sortilegios. En la laguna dorada hay princesas, caballeros,  calabacitas traviesas y misteriosos arpegios. Haditas y damiselas con los ilusos anhelos entre mitos y leyendas conjuran miles de sueños, con pócimas encantadas y el hechizado desvelo. 

También en el ocaso

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También en el ocaso nacen rosas y admiro la pasión de su porfía, en tanto yo acaricio las espinas los pétalos ofrecen sus auroras. Florecen otoñales las alfombras de perlas con las gotas de rocío y expelen aromáticos idilios silvestres margaritas entre rocas. Misterio consentido que provoca la etérea inspiración de pinceladas, matices de colores desde el alba fluyendo en el espliego de las horas. Convergen las pupilas soñadoras inmersas entre azules desafíos, atadas a la magia lo genuino se nutre en la belleza que eclosiona. Ilusa la acuarela de mis notas se nutre del relente de la luna concede el estupor de la aventura, en medio del sonrojo que arrebola. Anhelo de monarca mariposa revuela sorprendiendo el acertijo, en tanto del otoño diamantino también pueden nacer las bellas rosas.

Haciendo de la fe

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Callada entre sus penas la memoria se empeña en el hacer ineludible, precisa atesorar lo indescriptible cual vástago inefable de su historia. Define en la verdad su trayectoria y en medio del pretérito intangible, sustenta lo profundo, lo sensible e imprime su algazara de victoria. Presagia la eclosión de aquel anhelo genuina inspiración de primavera, que intuye milagroso su desvelo. En tanto en el ocaso una quimera remonta en su albedrío el pleno vuelo, haciendo de la fe su mensajera.

Vestigios entre huellas

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Vestigios   Jazmines destilando su ambrosía fragante en la expansión de lo sublime, aroma de ese amor  que no reprime y ofrece liberado su utopía.   Invade en el albur la fantasía, trasciende sentimientos cuando imprime la huella del andar que nunca oprime su intensa calidez, ni su alegría.   Infunde en el caudal de sus virtudes el gozo del hacer que nos convida, al reto de increpar las inquietudes.   Vestigios del periplo de la vida y anhelos de adorables multitudes comparten su algazara conmovida.       Entre huellas   Fue el alba en su rosácea bienvenida quien hizo del encanto matutino, la impronta surtidora junto al trino vital en su pasión comprometida.   Es más que una algarada enriquecida el bello panorama tan genuino, de azules rosicleres peregrinos y el álveo encantador de su partida.   Conspira el universo del profeta y arcanos espejismos de visiones encienden almenaras entre huellas.   Candiles de palabras como estrellas irrumpen c

A pesar de los años

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A pesar de los años A pesar de los años sólo sé que me inspiras, en la noble esperanza o en el cruel desafío  y comparto horizontes de incipiente vacío o quimeras de anhelos al saber que suspiras. ¿Dónde están nuestros tiempos, si es que acaso deliras en recuerdos perpetuos de emociones fecundas? ¿Dónde estás si  mis letras vagan hoy errabundas, en colinas lejanas simulando despecho? Se me escapa la vida sin negar el acecho que atesora memorias entre azares y lunas, laberintos de antojos entre coplas montunas y el hacer fascinante de tu andar satisfecho. A pesar de los años junto a ti me pertrecho, abastezco la acequia y el caudal no fenece si esta musa bohemia cual ritual estremece, obcecados caprichos en sus délficas liras.