Hagamos nuestro pacto por la vida



Sin provocar amor el crispamiento,
la odiosa irritación, la sacudida,
hagamos nuestro pacto por la vida
defendiendo el divino sentimiento.

Dejemos que el iluso pensamiento
traspase la frontera incomprendida
y busque esa verdad que no se olvida
guardada en el genuino juramento.

Quizás la conmoción, el desencanto,
nos dejen su secuela irreverente
perdiendo la dulzura de su encanto.

Entonces hace gala lo evidente
sanando cada herida del quebranto:
¡en tanto se dispone del presente!

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