No solo fue el valor de una aventura



Venciendo laberintos de añoranzas
dispone del amor como escudero,
lo muestra con su rostro lisonjero
y ahoga en la agonía las venganzas. 

Sostiene su argumento en las andanzas
aquel que defendió lo verdadero,
que supo interceder cual compañero
y así multiplicó las esperanzas. 

No fue por fantasía ni jactancia,
tan solo por pasión tanta locura
que supo responder con tolerancia.

No solo fue el valor de una aventura
que pudo enmudecer a la arrogancia:
¡fue un hecho vehemente de ternura!

Lo puro y lo virtuoso en su cordura
y el ímpetu en la estirpe de lo humano
que sabe que el luchar nunca es en vano.

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