Entre ciprés y reseda.



Me deslumbró la armonía
en la agradable vereda,
bajo frondosa arboleda
pensé que nunca me iría
y que allí me quedaría
entre ciprés y reseda.

Imaginé tantas cosas
inspirada en el paisaje,
maravilloso paraje,
tentaciones prodigiosas,
junto a musas caprichosas
con su más tierno lenguaje.

Me extasié escuchando el trino
y recordé aquel sinsonte,
caprichoso por el monte
en el palmar tan divino.
Me inspiró lo más genuino:
¡visualicé el horizonte!

Me transportó hasta el estero
allá por la lejanía,
el deleite y la ambrosía
en el valle del jilguero,
El Yumurí, su sendero
el salitre y la bahía.

Ví una calle de adoquines
en aquel instante tierno,
viví el guateque fraterno, 
las azucenas, jazmines,
zunzunes en los jardines
revolando en mi cuaderno.

Se atolondró el pensamiento
entre la caña y la olmeda,
el rosal y la alameda
tras las caricias del viento,
me trajeron al momento
entre ciprés y reseda.



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