No se pierde entre desvelos



Insoslayable la aurora con su vislumbrar augura
el preludio de la brisa que invade la primavera.
Ineludible amanece aunque el cansancio perdura,
no se pierde entre desvelos el rosicler que se espera.

No es la noche quien humilla cuando pasando factura,
nos compromete el idilio tan vital y a su manera.
Inevitable despierta sin la infeliz conjetura
la misión de la esperanza con la luz que prometiera.

Va de incógnito el anhelo que trasnocha en su añoranza,
surte embriagado su impronta cuando el ocaso delira,
al saber que del renuevo florecerá la esperanza.

Va paciente junto al verso que desde el alma suspira
el adagio impostergable del amor, que más que alianza:
¡Es del genuino universo el arúspice que inspira!



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