Se torna en laberintos



El vástago presume su impronta en el ocaso
en tanto la nostalgia confunde el horizonte,
plegando la agonía ahogada entre quebrantos
en medio de tristezas y angostas emociones.

Medita la impotencia cetrina del espanto,
un grito doloroso que aturde los sentidos
desgarra la esperanza, consterna en arrebato
y el negro de la noche se torna en laberintos.

Rufián es el bohemio bregar que se aquilata,
confina en la distancia, golpea en el destino
y apuesta a la locura senil de la añoranza.

Fusiona la amalgama del llanto y los suspiros,
se funden sin respuestas preguntas obcecadas
e invaden los desvelos insomnios desmedidos.






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