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Mostrando entradas de noviembre, 2014

Doy gracias

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Doy gracias Doy gracias al amor al más eterno  sublime emprendedor de lo supremo, al ínclito dolor, al tierno anhelo al gozo, la oración y a los desvelos. Doy gracias al trinar de la alegría, al eco espiritual de sus albricias, al alba eclosionando maravillas  y al vuelo de la ilusa golondrina.  Doy gracias al perdón, al pensamiento, al vasto discernir, a los recuerdos, al tedio del ocaso y del invierno que juntos atesoran los renuevos. Doy gracias al derecho de la  vida, al verbo que se crece en la justicia, al bello amanecer en la vigilia del álveo sortilegio que lo inspira. Doy gracias al cansancio, al silencio, al grito infatigable, la sonrisa, al sano regocijo, fiel ejemplo leal en el hacer que no claudica. 

Junto al adagio

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Pasa ligera fiel golondrina, vuelan livianas las hojas secas mientras cual perla brilla el rocío y junto al viento deja sus huellas. Soplan nostalgias las peregrinas, cubren alfombras de ilusas sendas mientras el eco de algún suspiro es cual adagio del mar que anhela. Azar de espuma, blancas acequias, olas del alma que a la deriva golpean sueños, rostros e idilios entre mil notas de osadas letras. Y se cuestiona el alma bohemia que en su arrebato de amor inspira este horizonte de impronta y trino fluyendo en versos con vehemencia. 

Sería

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Sería tal suceso extraordinario que el cielo escribiría el regocijo, no importa si en el gris del acertijo se escape algún sollozo involuntario. Sería como un sueño visionario abierto a la emoción sin escondrijo, tan fiel a su verdad sin entresijo, confeso en el umbral sin adversario. Sería más que un tierno sacrificio el aura de ese amor que no profana  y expresa su grandeza sin censura. Hermosa la más pura filigrana que impetra vehemente y sin prejuicio la ilusa inspiración desde su albura.

Quiso

Quiso besar la cruz, quiso adorarla, enmudecer de amor y regocijo, quiso afirmar su historia al sacrificio dejando en el hacer su filigrana. Para vivir la fe sin arrogancia predica la humildad sin egoísmos, ha de esperar el alba del bautismo cual sabio sacramento de su alianza. Atesorar el sol cual almenara de luces en osado sortilegio, y contemplar del alma su renuevo para absterger senderos de nostalgias.  Pudo alcanzar del arpa su tonada, ilusa y melodiosa en sus arpegios de afines serenatas entre versos,  acordes de quimeras y alabanzas. Fúlgido azar de auroras y hojarascas quiso exornar su perla opalescente y el nácar diamantino en los cipreses pudo prender mirífica alborada. Quiso inspirar anhelos, esperanzas,  idílica obsesión de amaneceres tan claros, cristalinos e indelebles obrando en el milagro su algarada.

Y pasa un ángel

Y pasa un ángel, deja su estela en la vigilia de esta obsesión, no es la utopía de una quimera ni la mentira de un falso amor. Es el que abraza sin más fronteras,  ángel genuino que cobijó el horizonte de aquella estrella, ese que besa mi corazón. Busca en el limbo su eterna fuerza y el fiel oasis de salvación, mientras congenian la primavera y el nigromante de su ilusión.     Surca en mi espacio la azul promesa mientras fluyendo cual surtidor, pasa el anhelo, deja su huella en tanto un ángel su luz me dio. Llega en el cénit de mi desvelo su filigrana perlas tejió, mientras las ansias de un sortilegio buscan respuestas a mi oración. Y entonces pasa el iluso dueño el que atesora en su resplandor, lo más sagrado de este silencio junto a la aurora del Dios Amor.

Aún

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Aún en el ocaso de las horas el lecho del crepúsculo florece, se impone el frenesí precisamente de anhelos bendiciendo las memorias. No importa si es la luna la embustera, no importa el escudero de mi suerte, si siento en este amor desvanecerse  el ciclo desvelado de las sombras. Aún en lo difuso de la impronta el eco de la musa no fenece, se impone con su magia intensamente afín con la armonía tentadora. No importa si  es intensa o lastimera, no importa si en su arpegio vehemente tropiezan la utopía y lo rebelde e ilusas confabulan sus auroras.

Son musas

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Son musas del torrente matutino ilusas y otoñales de la aurora, que invaden las nostalgias seductoras dejando en mi ventana su albedrío. Sorprenden el mirífico delirio del húmedo remanso opalescente e inspiran tantos sueños vehementes  infusas mensajeras del exilio.  Lacera estrepitoso en el abismo el húmedo mensaje de unos ojos, que escrutan el ocaso silencioso en medio de horizontes confundidos. Impone la añoranza cual castigo el numen que transpira desde el alma, en tanto se atropellan en cascadas memorias de sublimes laberintos.  Son perlas del epígono acertijo testigos del romántico que adora, el tierno florilegio de las horas versando en los oasis clandestinos. Arrullo del requiebro peregrino que incita la algazara confidente, no importa si en desiertos o en vergeles regala el pentagrama del lirismo.

Del llanto

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Del llanto en la utopía del otoño se escriben testimonios de añoranzas y acequias en torrentes de palabras expresan la nostalgia tentadora, cargada de ansiedades entre escombros que escrutan el gemido de las sombras. Es cierto que despiertan las alondras y el arpa misteriosa en su revuelo se surte del rocío placentero, y espera del romántico acertijo la osada inspiración que se atesora salvando lo ingenioso y lo genuino. De lágrimas se antojan laberintos de penas compartidas sin fronteras y aún en la alborada una quimera sorprende con su fe conciliadora, fluyendo en el azarbe de lirismo la grácil libertad que no traiciona. Del llanto la verdad viste su esencia, libera en el oasis la esperanza y atisba en el crisol de la distancia el diáfano albedrío de la aurora, que invita al rosicler de primavera aún en el ocaso de las horas.

En busca del verso

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Va en busca del aroma de los mares sedienta del carisma caribeño quizás entre las nubes de recuerdos encuentre su razón más delirante . Va en busca de pretéritos errantes si irrumpe en la verdad de la quimera,  la musa de la prosa que regresa e invade los desvelos sofocantes. Va en versos la crueldad de un abandono que impetra su lirismo vehemente y el brío desvelado entre torrentes de anhelos inspirando los antojos. Va en versos el silencio doloroso, y el triste sacrificio de un ropaje disfraza la agonía insuperable del llanto en la utopía del otoño.

Lanzamos la esperanza

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Oculto siempre ha estado en tu mirada el gozo peregrino de un anhelo, intento descubrirlo en mi desvelo en tanto me regalas la alborada. Pasión y desatino en la velada de cómplices susurros en revuelo, lanzamos la esperanza al mismo cielo fluyendo desde el alma ilusionada. Yo sé que en el suspiro confidente tú entregas el oasis cual remanso testigo del edén que no esclaviza. Tan libre en al azar y en el descanso la brisa de la aurora sorprendente nos llega en su algazara antojadiza.

En este adagio

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Como en las serenatas nocturnales me entrego a la ambrosía del rocío, intento desprenderme del hastío  y atarme a mis recuerdos ancestrales. Cincelo en mis plegarias celestiales el ánimo del gozo y del estío, la huella sanadora en el vacío que guardan las memorias tropicales. Y el canto embelesado del suspiro y el eco matinal de la esperanza son fuentes del espíritu genuino. Si acaso se atesora la añoranza y vuela algún quebranto en su retiro: me aferro en este adagio a lo divino.

Que no te has ido

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Quiero decirte que no te has ido porque presiento tu dulce calma si abrazo el cielo con mi suspiro. Soplo de vida que inspira el alma junto a las hojas de azules sueños visten alfombras de luz y plata. Dejan sus huellas fúlgido empeño si perseveran los desafíos y no claudican fieles anhelos. Sé que hay instantes más que sombríos pero florecen en las veredas tiernos remansos sin laberintos. No se entristecen las rosaledas  y aunque en los valles llore el hastío su filigrana de amor nos deja. Cuando en su holganza  el sutil rocío con  prodigiosas perlas se hilvana: siento en mi espacio que no te has ido.

Más que un alma

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El fruto que en tus manos deposito es fúlgido, brillante en su ternura, no es sólo la poética aventura sedeña en un osado manuscrito. Sé bien que el sentimiento es inaudito  si alcanza la ambrosía de su holgura, conspira el universo cuando augura ilusa la esperanza al infinito. Te entrego más que un alma opalescente que irisa lo esencial sin espejismos de sombras, de falacias ni rencores. Confío en la palabra vehemente leal en la verdad sin egoísmos, dadora espiritual de sus valores.