Cuando apenas sonríes mi dueño



He vagado en ardientes moradas
y sentido el preludio de cuerpos
cuando beso el instante que amabas. 

Y te quiero de nuevo en mi aurora
añorando tu sexo que atrapa, 
porque soy en tus brazos gaviota.

Sé que elevas al cielo mi aliento
y en preclaro horizonte me escapo:
cuando siento el susurro discreto.

Me sujeto al edén que fusiona
el delirio de amar tus requiebros
y el instinto viril que eclosiona.

Cuando anidas mi alma travieso
en la luz cenital que se postra,
ante el gozo sagrado y dantesco.

Floreciendo el adagio en mi boca
cuando apenas sonríes mi dueño:
y el placer clandestino trasnocha.







El placer clandestino trasnocha
si el desvelo se enreda y conspira 
en la osada aventura amorosa.

Y estremece hasta el Sol la porfía
del bohemio sediento, lascivo
que sutil y vital acaricia.

Con celoso suspiro genuino
atesora pasiones e instantes
de leales momentos vividos.

Sin temer al dolor lacerante
desafía pendientes, senderos
y el hacer peregrino entre azares.

Y trasciende el amante embeleso
hacia el monte sensual que palpita 
cuando apenas sonríes mi dueño.


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