Lindeza



Lisonjas entre luces y azucenas,
de cantos levantiscos en los montes
pregonan sus efímeras visiones,
al son conmovedor de las estrellas.

Irrumpen la razón del sortilegio
incluso en su cadencia confesada,
las musas que se ingenian desveladas
venciendo el desamor y el vituperio.

La luna rebosante en sus enigmas
conspira confidente en la algazara,
cual dádiva fecunda nos regala
El mito de un amor que no claudica.

Renuncia en el silencio la censura,
impávido el agravio vapulea
y ayuna tras las sombras y entre rejas,
el délfico rubor que se deslumbra.

Y mientras la romanza va ligera
tan libre en el arpegio de los bosques,
el bello panorama de esplendores
escruta un horizonte de lindeza.





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