A pesar de todo




Recorrer la historia familiar es como conectar el presente con el pasado. Cada historia deja testimonio de su peregrinar. Son como las páginas de un libro en las que se graban todos los momentos cruciales y decisivos que dejan huellas de alegría y también de quebranto.

Cada uno vivimos nuestra propia historia, somos responsables de cada acción pero al mismo tiempo necesitamos conocer de donde venimos, quienes nos antecedieron y como la vida nos cambia es un instante para definir nuestro futuro.

He de contar mi historia, llena también de esperanzas y tristezas, de momentos que no comprendí y que ahora al pasar los años forman parte decisiva de mi vida. Es difícil comenzar el camino en otras tierras, es como nacer de nuevo, tal fue el caso de mi familia, que llena de ilusiones emprendió el desafío más importante de sus vidas. Somos de Cuba, la bella Isla  del Caribe, reina de las Antillas, bendecida por la alegría de su gente, por el eterno verano de sol, arena y playa, por la belleza de sus valles y la esbeltez de sus palmeras. Somos de Cuba y siento ese orgullo que no se aparta de las raíces de mi tierra, de mis orígenes y recuerdos lejanos y más aún cuando escucho anécdotas de tantas travesuras que acompañaron mi niñez y descubro esa sonrisa tan especial de mi mamá y de mi abuela en mis recuerdos. Matanzas es la ciudad de nacimiento de mis padres, toda mi familia nació y creció en esta bella ciudad, aunque nuestros ancestros llegaron a Cuba en la segunda mitad del siglo XVIII, procedentes de Santillana del Mar en España. Histórica y a la vez enigmática mi ciudad, llena de bellezas naturales, una ciudad costera, rodeada de playas y atravesadas por caudalosos ríos, con cuevas, valles y elevaciones que guardan épicas leyendas. Es también la ciudad de los poetas y escritores, cuna de tantas historias legendarias que han pasado de generación en generación y aún se perpetúan regias, soberanas.

Admiro la modestia y la sencillez, la creatividad y el ansia de superación y son parte inseparable de las enseñanzas que me han transmitido mis padres. Mi madre una mujer increíble, inteligente, culta, preparada, incansable estudiosa y maestra por naturaleza. Pudo ejercer como profesional en Cuba, graduada con Honores en la Universidad y amada por sus estudiantes y compañeros de trabajo. Mi padre, un trabajador sin fronteras,honrado, culto, siempre sabio y perseverante, a quien la vida lo marcó por circunstancias difíciles en su niñez y tuvo que crecer con la fortaleza de su espíritu que nunca se doblega y la voluntad de imponerse con inteligencia ante las dificultades y azares cotidianos.

Tanto mi madre como mi papá tuvieron que tomar la decisión más importante de sus vidas, la que cambiaría para siempre el curso de los acontecimientos planificados, la que significaba la ruptura con todo lo querido, con los seres amados, los amigos, los proyectos . La vida en Cuba se hacía muy difícil, la escala de valores se había invertido en la sociedad flagelada por el comunismo que desgasta y esclaviza. No había perspectivas ni grandes horizontes, no era posible vivir con decoro en medio de  tantas dificultades e incertidumbres. La secuela nefasta de la doble moral en una sociedad dictatorial dejaba huellas profundas.

Entonces llegó lo inesperado en el momento preciso sin siquiera imaginarlo, mi madre había sido ganadora en la lotería de visas para emigrar con su familia a los Estados Unidos, y ahí comenzaba un nuevo capítulo en su vida, en nuestras vidas que cambiaron para siempre su destino. Era todo un reto  en busca de un futuro mejor para nosotros, mi hermano y yo que a pesar de todo habíamos tenido una infancia feliz junto a nuestros abuelos y demás seres queridos y nunca habíamos percibido ni sufrido de necesidades visibles a nuestros ojos de niños inocentes y ajenos a todos los problemas. Allí, muy cerca de nuestra bella casa, donde se respiraba el aire puro del mar, estaba nuestra primera escuela, nuestros primeros amigos, nuestras maestras inolvidables y queridas, nuestros primeros libros, los cuadernos de escritura y ortografía, nuestras primeras lecturas , los cuadernos de matemáticas y los primeros honores escolares, allí  estaban nuestros afectos , los juguetes más queridos y los primeros recuerdos que aún permanecen vivos entre sonrisas y nostalgias.

Un adiós o un hasta siempre en la triste despedida en el aeropuerto de La Habana, mi tío y mis abuelos desgarrados por el llanto, nosotros pequeños y aturdidos, agarrados fuertemente de la mano de nuestra madre, diciendo un adiós con la mirada, sin comprender el porqué mis abuelos tenían que quedarse en Cuba, sin entender el porqué mamá nos separaba de ellos. Arribaron mis padres a tierra extraña cargados de silencios y también de esperanzas, con lágrimas y memorias inolvidables y con un enorme desafío para enfrentar la realidad en un país con idioma, clima y costumbres muy diferentes.

El destino nos condujo a una hermosa ciudad, a la Venecia del Oeste americano, a la ciudad de los poetas bohemios, los puentes y los ríos. La casualidad nos trajo a una ciudad tan parecida a la de nuestro nacimiento con hermosos paisajes y la fascinante oportunidad de descubrir y vivir la magia de las cuatro estaciones con todos sus enigmas. A pesar de las diferencias culturales y el choque entre nacionalidades, se percibió la bondad, la sencillez  y la educación formal de su comunidad que nos recibía también con su carga de recuerdos y costumbres. Apoyo espiritual, material y humano hizo el transitar menos traumático. Una escuela elemental maravillosa, cercana a nuestro nuevo hogar, con un equipo de maestros maravillosos, amables y muy profesionales. Nuestras buenas calificaciones y conducta ejemplar, hizo que tanto mi hermano como yo fuéramos ganando el respeto y la admiración de nuestros nuevos compañeros. Fue un proceso difícil pero no imposible porque el amor y la confianza hicieron la diferencia.

Mi madre siempre incondicional y laboriosa, ejerciendo como maestra voluntaria en nuestra escuela, hasta que su salud se lo permitió y mi padre trabajando fuerte con muy poco descanso, dándonos su confianza y fortaleza, luchando contra todas las barreras y sin jamás quebrarse ante los obstáculos. No ha sido fácil para ellos, y por eso el valor que le doy a cada detalle que nos ofrecen con sacrificio y sin escatimar. La perseverancia es una cualidad que engrandece y permite vencer cualquier adversidad. Y así ha pasado el tiempo, varias estaciones compartidas bajo otro cielo, pero con el tesón y la seguridad de que el cielo es el límite.

Han pasado siete años y ya soy  un adolescente naturalizado en mi nuevo país, agradecido por la benevolencia y la oportunidad de vivir en libertad, sin embargo esa sensación de soledad lo persigue a uno y sin querer me acerca a los recuerdos e imagino el aroma del campo, el olor a mar, a salitre, las caras de mis amigos distantes, los sabios consejos de mi abuelo, la alegría impaciente de mi abuela; y a pesar de todo la vida me regala una sonrisa de esperanza.

De vez en cuando se me escapa una mirada al  horizonte, reflexiono, admiro la valentía de mis padres, los verdaderos héroes de mi vida, me siento seguro de mí mismo y con la decisión de seguir adelante, sin detenerme ante las vicisitudes. Yo sé que el mundo es amplio para los valientes y que ese ha sido siempre el lema de mis padres y abuelos. No rendirme jamás, levantar la cabeza al cielo, sonreír y escribir  con la fuerza del empeño que: Sí se Puede!

Hoy miro a mi entorno cuando escribo estas notas, finaliza otro atardecer, y observo los ojos de mi madre que me contempla con orgullo. Yo conozco esa mirada que me fortalece y me inspira a seguir adelante con mis sueños, a emprender con brío y empeño nuevos caminos con la esperanza  de alcanzar con firmeza y confianza mis objetivos. A pesar de todo, en cada desafío se revela la fuerza milagrosa del amor que trasciende y se aferra con ese poder maravilloso y único.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas Populares

Aferrada al libro de recuerdos.

Esperemos el revuelo

Con su tinta misteriosa

Siempre oportuna (Jotabé)