Mi bandera tricolor


Mi bandera emocionada brilla de honor, centellea
 con el manto del decoro y el blancor de su pureza.
Sufre el silencio que opaca la libertad cual promesa,
regia defiende la Patria cuando junto al pueblo ondea,
la esperanza acrisolada y el verdor de las palmeras.
 
 Ella merece el respeto con la acción y la palabra,
es soberana y mambisa, valerosa en las batallas
que abraza entre espuma y verso los montes de rosas blancas
junto al amigo sincero pregonando desde el alba:
¡Con los pobres de la Tierra y el patriotismo de Abdala!
 
Es baluarte en la epopeya, redentora de alboradas
al no dejar que mancillen la dignidad aclamada,
en medio de las tormentas y en las nostalgias lejanas
arrebola en el exilio persistiendo en la añoranza,
de reconciliar las almas sin rencores ni venganzas.
 
Es el odio el enemigo, el diabólico que espanta
que confunde sentimientos y enardece las miradas,
el que flagela caminos con falsedades plagadas
de mentirosos estigmas y descaradas falacias,
dividiendo las conciencias y desangrando la Patria.
 
No es mi bandera querida, la que lacera y profana
son los hombres que transgreden las fronteras con espadas,
los que traicionan la esencia de la libertad sagrada
con la cetrina indolencia, la impunidad y la rabia
encarcelando entre rejas con su doctrina macabra.
 
Mi bandera se estremece con el dolor que arrebata
la inocencia de los sueños que ven truncados sus alas.
Se humedece con el llanto del luto que descalabra,
que tortura sin clemencia con la arrogancia pagana
de los falsos escuderos que censuran y quebrantan.





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