Desvelado en el murmullo




Ruboriza la mañana
el cantar del desafío
y enigmático el rocío
nos deja su filigrana.
Embellece y no amilana
ante el misterio divino,
cada perla en el camino
adoniza el horizonte
con el aroma del monte
y su estigma peregrino.

En el verdor se abalanzan 
la esperanza, el regocijo,
revelando el acertijo
cuando la beldad alcanzan.
Como pinceles se afianzan
ilusos al sortilegio,
y al cetrino privilegio
del crepuscular arrullo,
desvelado en el murmullo
caprichoso de su arpegio.

No es declive solitario
ni trinar en el desierto,
es el bohemio liberto
del ocaso centenario.
Es seductor arbitrario
cual quijote clandestino,
que perezoso y cansino
ruboriza la mañana,
con su nota soberana
 y su estigma peregrino. 











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