A mi hijo Jorge David


Osado principito cual lucero
ungido de entereza, de carisma
tesoro del vigor y del renuevo,
valiente del tesón que no claudica.
 
Llegaste cenital en agonía
sin lágrimas siquiera de reproche,
tu espíritu aferrándose a la vida
loando tu talento con sus dones.
 
Orgullo de mi espacio y de mi lira,
cautivas hijo mío con tu encanto,
si el eco de tu risa es mi alegría
y el brillo de tus ojos mi remanso.
 
Tu diáfana caricia es mi consuelo
adagio inspirador de simpatía
y adorna la elocuencia de tu empeño
la noble inteligencia que te admira.
 
Talento del pensar y de las letras
irisan un crisol de maravillas,
bendicen sabiamente sus cosechas
que aspergen esperanzas infinitas.
 
Diamante de mi mundo hijito mío
virtuoso del milagro en la fatiga,
ofrenda del amor que hace el camino:
¡travieso emprendedor, luz de mi vida!
 
 
 
 

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