Romance del peregrino



    En el remanso apacible
del silencio consternado,
vuela el hálito que agrieta
los infaustos desenfados,
cuando injurian las quimeras
cual pletórico quebranto,
el torrente que se aliena
en nostálgicos aciagos.


Dicen que el sueño anidaba
sus promesas intangibles,
de esperanzas que traviesas
desechaban lo imposible,
mientras cautivas tristezas
otoñales cual declive,
vituperan la inocencia
agraviando sus confines.


Y el silencio sigue intacto
enmudece sus caprichos,
calla el aura su romanza
cuando el céfiro hialino,
va plagiando de añoranzas
tapices en los caminos,
en el azarbe del alma
del bohemio peregrino.


Cuentan que frágil corsario
alquimista y delicado,
efímero en su periplo,
melancólico y preclaro
cubre huellas del olvido
del pretérito fracaso,
conspirando clandestino
con el tedio del ocaso.
 

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