A un verso errante



En el verso que se escapa obcecado y reticente
trina la musa obstinada arpegios de su relente,
cuando la lira del alma y el néctar de su ambrosía:
es acequia que conduce al cauce de la armonía.

Y se aferra en su periplo el abalorio indolente
de plañidera tristeza y el desamor impaciente,
quejumbroso por despecho y solitaria agonía
del idílico poema y empírea melancolía.

Evoca sueños egregios de lágrimas y añoranzas,
rubrica el verso inefable su pléyade de esperanzas
y en arcanas dimensiones de nostálgicas quimeras:
fluye la tinta del alma entre rimas lisonjeras.

Peregrinan sus albricias bucólicas añoranzas
perpetuando romanceros que alucinan sus romanzas,
cuando danzan entre letras ascetas versos bohemios
y besan sus desafíos: cascadas de florilegios.

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