Adiós a las palabras.

Adiós a las horas de palabras
perdidas, congeladas al silencio.
Adiós al frescor de nuestra alianza
sumida en el mutismo de otro credo.

Adiós al arrebato de los verbos,
al ímpetu sagrado del talento.
Adiós al corazón que habla sin miedo,
arúspice delirio de otros tiempos.

Adiós a la destreza que te inspira,
no hay musa que contemple tu perfidia.
Adiós al juramento de los sueños,
que asfixia en su crepúsculo los besos.

Adiós a la nobleza que atenaza
y aferra a la sublime melodía.
Adiós a la conquista con palabras
que llora en el torrente sus porfías.

Adiós al platicar de nuestras almas,
motín de tantas horas confundidas.
Adiós la lealtad, adiós palabras
ahogadas en solitarias despedidas.




Adiós:
Y  en el suspiro de palabras
relente en el ocaso del poema,
despido con mis lágrimas las penas
cual gotas de rocío que acarician,
el nuevo amanecer de una sonrisa:
versado con las joyas de mis letras.


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